La clasificación química de las aguas minerales descansa en la presencia superior de sales minerales y consta de cinco grupos.
Las aguas sulfuradas son aguas con una notable presencia de ácido sulfhídrico. Su elevada tasa de azufre ejerce una acción curativa sobre las mucosas, el lugar de desarrollo de las infecciones crónicas. Estas aguas se utilizan para luchar contra las enfermedades de las vías respiratorias (rinitis, otitis, asma, bronquitis,...)
Las aguas sulfatadas son aguas con una importante presencia de azufre. Son indicadas para afecciones del riñón y para ciertas enfermedades metabólicas. También están indicadas para el tratamiento de eczemas, secuelas y cicatrices de quemaduras.
Las aguas cloradas, donde predomina el cloruro de sodio (provenientes a menudo de yacimientos de sal gema), tienen un efecto que estimula el crecimiento y son indicadas para tratamientos de problemas de desarrollo y de enuresis.
Las aguas bicarbonatadas tienen como elemento el bicarbonato. Las aguas bicarbonatadas sódicas facilitan el tratamiento de ciertas afecciones gastrointestinales y hepatobiliares. Regulan la motricidad del tubo digestivo, atenúan los espasmos digestivos y también tienen una acción cicatrizante sobre la mucosa intestinal. Las aguas bicarbonatadas cálcicas tienen un efecto antiinflamatorio, tranquilizador y cicatrizante en dermatología, particularmente en el tratamiento del acné y de las quemaduras.
Las aguas de mineralización especial son ricas en cobre, hierro o arsénico. Las aguas que contienen cobre son indicadas en dermatología, las que contienen hierro lo son en ciertos tratamientos de anemia y las que contienen arsénico en todas las alergias. De modo general, estas aguas refuerzan el sistema inmunitario.
|