Hace ya algún tiempo que el calor infrarrojo es utilizado en medicina y en el ámbito paramédico. Sus beneficios son ampliamente reconocidos. La sauna infrarroja es la aplicación concreta de este conocimiento al dominio del bienestar.
El calor infrarrojo radiante penetra en el cuerpo hasta 3 cm y activa toda una serie de reacciones benéficas. Éste estimula los músculos y el organismo y provoca uno abundante sudación. En el momento de una sesión de sauna infrarroja, la elevación interna de la temperatura del cuerpo acelerará la circulación sanguínea y el metabolismo. El sudor permitirá un restablecimiento del buen funcionamiento de los músculos más rápido: grasa, toxinas y ácidos serán eliminados.
La temperatura de la cabina infrarroja (de 40 a 60°C) es más baja comparándola con la de una sauna (de 80 a 90°C). Esta temperatura es muy agradable y sin forzar al organismo. Y es que la energía infrarroja recalienta directamente la materia tocada por su resplandor y no utiliza el aire ambiente para difundirlo. La purificación por sudor elimina las toxinas eficazmente. En una sauna tradicional, el sudor consta del 97 % de agua. En una sauna de infrarrojos el calor evacúa el 80 % de agua, pero sobre todo el 20 % de grasa y otras sustancias nocivas.
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