Durante una sesión de masaje acuático, el agua está a 35°C de temperatura. La persona que recibe el masaje es mecida, estirada y masajeada en el agua caliente, lo que le provoca un gran descanso y una respiración más profunda. Si lo deseamos, el masajista también nos sumergirá suavemente la cabeza bajo el agua, para "descansar" en el mundo subacuático donde reina la calma, la ingravidez y la libertad de movimiento.
Los movimientos son tranquilos y la persona puede dejarse ir y recibir la caricia del agua sobre todo su cuerpo. La persona es conducida en olas, espirales, movimientos circulares, rememorando unas veces las ondulaciones de los seres submarinos y otras la armonía de la vida intrauterina. El agua envuelve con un calor dulce, impulsos rítmicos y oscilaciones, que traen a la vez una sensación de libertad y de seguridad.
El masaje acuático es reconocido por su valor terapéutico. El efecto relajante del agua caliente y la gran libertad de movimientos influyen sobre varios niveles de nuestro ser, ayudándonos a reencontrar un equilibrio mental, físico y emocional. Esto puede liberar emociones escondidas en el subconsciente y curar traumatismos.
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