Mientras que un masaje clásico proporciona un efecto calmante y sedativo, el masaje deportivo es a la vez preventivo, relajante y terapéutico. Es un instante muy apreciado por el deportista en el marco de su entrenamiento o de sus competiciones. El deportista comprobará sus beneficios en todos los estadios de la práctica de su disciplina. Para ser eficaz, el masaje debe ser efectuado por un profesional, en un lugar tranquilo y un ambiente relajado. El sentido de la maniobra se hace siempre desde las extremidades hacia la raíz del miembro.
Cuándo realizar el masaje deportivo
Antes del esfuerzo. El fin de este masaje será sobre todo provocar una sensación de calor muy tranquilizador para el competidor, que antes de la competición se suele mostrar ansioso. La circulación periférica se encontrará acelerada. Los músculos reaccionarán más rápido previniendo así calambres o accidentes eventuales y/o musculotendinosos en los deportes de arranques bruscos. Una crema ligeramente revulsiva puede aplicarse si las condiciones atmosféricas son poco apropiadas para la práctica deportiva.
Durante la actividad. El masaje es muy útil durante las pausas. Éste interviene sobre los calambres eventuales o el posible cansancio, permitiendo la reconstitución inmediata y animando al atleta a la continuidad de la actividad.
Después del esfuerzo. El masaje deportivo después de un gran esfuerzo tiene esencialmente la finalidad de recuperación. Durante la competición, las toxinas generadas por el esfuerzo se aglutinan en los vasos nutricios de los músculos, perturbando su rendimiento y engendrando sin ninguna duda fatiga muscular. Estas maniobras van pues a drenar y a activar el sistema sanguíneo intramuscular. Las toxinas serán expulsadas y una sangre nueva circulará de nuevo por las fibras. Una buena técnica, a base de amasamiento y rozamiento, es primordial para reducir el cansancio de la prueba. La sesión deberá durar entre 20 y 30 mn para ser eficaz.
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